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lunes, 12 de marzo de 2012

México SA : FUNCIONARIOS vs. CONTRA AMAS DE CASA: SUBEN PRECIOS DE ALIMIENTOS: PRODUCTOS BÁSICOS COMIDA

Alza en precios de alimentos
Crece importación: 100 mil millones de dólares
Carlos Fernández-Vega

Precios de alimentos en el mercado de Jamaica, en el Distrito Federal, el pasado enero Foto José Carlo González

Como no son amas de casa (encopetado dixit), comen (gratis, desde luego) en los mejores restaurantes del país y están muy ocupados en que los mexicanos vivan mejor, los funcionarios no asisten a los distintos centros de acopio para abastecer a sus respectivos hogares, de tal suerte que basan sus alegres cuan recurrentes dichos sobre lo bien que se ha controlado la inflación (del inquilino de Los Pinos para abajo dixit) en los reportes oficiales sobre el particular. Así, quienes llevan las riendas del país (cuando menos así se autodenominan) en no pocas ocasiones celebran que los precios de los alimentos van a la baja en México.
Bastaría que, en un ejercicio para ellos sobrehumano, se dieran una vuelta por los centros de acopio para constatar que sus dichos en la materia, como tantos otros, están fuera de la realidad, con todo y que los citados reportes también lo estén, pues sólo incluyen promedios de los promedios de miles de precios que, se supone, supervisan periódicamente para promediar. Para efectos oficiales, la inflación siempre ronda el 3 por ciento anualizado, es decir, siempre está en los niveles estimados en las previsiones anuales, y, según dicen, por debajo de los raquíticos aumentos salariales.

Para febrero de 2012, por ejemplo, la inflación oficial anualizada fue de 3.87 por ciento, proporción dentro de los parámetros establecidos. Sin embargo, al desmenuzar la información lo primero que se encuentra es que los precios de los alimentos (sin incluir los productos agropecuarios) se incrementaron prácticamente el doble de lo que lo hizo el índice general, y no es ocioso recordar que el mayor gasto realizado por el grueso de la población se concentra, precisamente, en los alimentos. El índice de la canasta básica en ese mes fue 51 por ciento superior a la inflación general promedio, un avance sustancialmente por arriba del supuesto aumento salarial autorizado para todo el presente año.

No obstante que existen elementos más que suficientes para adelantar una escalada de precios en el renglón de alimentos (sequía prolongada, heladas, inundaciones, o lo que es lo mismo, una caída importante, por no decir alarmante, en la producción interna, creciente importación de ese tipo de productos, pagaderos en dólares, y tendencia alcista en el mercado internacional de los mismos, entre otros), los funcionarios que no son amas de casa insisten en que el estómago de los mexicanos está doblemente protegido: por la vía de los precios a la baja, según dicen, y abasto suficiente por las crecientes cosechas y la atención oportuna y eficaz de las tierras siniestradas por los fenómenos climatológicos.

Con sequía y heladas, o sin ellas, año tras año se escucha la misma cantaleta: abasto garantizado y precios bajos. Esto último a nadie le consta, especialmente a quienes sí son amas de casa, mientras lo segundo depende, desde luego, del poder adquisitivo de las familias, el cual cotidianamente reporta merma. En este sentido, como bien ha documentado el Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía de la UNAM, el primero de diciembre de 2006 (fecha de arribo de Calderón a Los Pinos) los trabajadores tenían que laborar 13 horas 17 minutos para adquirir la Canasta Alimenticia Recomendable; para el primero de octubre de 2011 debieron trabajar 24 horas 12 minutos (y contando). Actualmente para acceder únicamente a la CAR con un salario mínimo el trabajador y su familia tienen necesariamente que sumar jornadas laborales diarias de más horas para sobrevivir. Cuando se compara el ingreso en su relación con la canasta básica (suponiendo que el salario debe satisfacer las necesidades mínimas para adquirir el total de bienes y servicios que la integran), se observa una clara pérdida de poder adquisitivo por parte de las familias trabajadoras.

A pesar de lo anterior, los funcionarios insisten en que la inflación es baja. Pues bien, un caso que involucra a prácticamente todos los mexicanos ilustra de qué se trata: la inflación oficial en el primer bimestre de 2012 fue de 0.91 por ciento; en igual lapso el precio de la tortilla se incrementó 7.5 por ciento en tortillerías y 11.7 por ciento en supermercados, una diferencia de 8.24 y 12.85 tantos, respectivamente, en comparación el indicador utilizado por los funcionarios que no asisten a las primeras ni a los segundos. Y como este ejemplo hay muchos más.

Por obvias razones la cada día menor producción alimentaria en el país ha sido suplida por crecientes y masivas importaciones, las cuales podrían cerrar el sexenio calderonista por arriba de los 100 mil millones de dólares, monto cercano a la fortuna conjunta de los 11 empresarios Forbes mexicanos. La estadística del Inegi ilustra al respecto: en 2011, México importó más de 23 mil millones de dólares en alimentos, 25 por ciento más que un año antes. En 2010, tales adquisiciones sumaron más de 18 mil 500 millones de billetes verdes, una proporción 20 por ciento por arriba de la registrada en 2009, y así por el estilo, especialmente a partir de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

México importa, de manera creciente, carne (casi 7 mil millones de dólares en el periodo 2010-2011), pescado (cerca de 900 millones de billetes verdes, con todo y sus 11 mil kilómetros de litorales), leche (3 mil millones en número cerrados), cereales (9 mil millones, la mitad de ellos erogados para la adquisición de maíz), semillas y frutos oleaginosos (casi 6 mil 600 millones), ¡azúcar! (alrededor de 600 millones), y así por el estilo. Una cuarta parte de las importaciones en este renglón corresponden a cereales (fundamentalmente maíz), que algunos años atrás se producían internamente; 15 por ciento de lo erogado es por concepto de carnes y despojos comestibles y otro tanto por semillas y frutos oleaginosos, también producidos en el país tiempo atrás. Todo en dólares y siempre dependientes de la producción y especulación internacionales, lo que por obvias razones repercute internamente.

Entonces, no son amas de casa, pero nada mal les caería aprender a serlo.

Las rebanadas del pastel

Tampoco son choferes, y los lujosos vehículos que utilizan los pagan los mexicanos con sus impuestos. Tal vez por ello ni cuenta se dan de lo mucho que han aumentado los precios de los combustibles. A partir del sábado anterior se aplicó el tercer gasolinazo del año (tres meses, tres incrementos). Como bien señala La Jornada (Israel Rodríguez) en lo que va del sexenio de Calderón, en cuyas promesas de campaña destacaba la reducción de los precios de los combustibles, se incrementó la gasolina Magna 42.6 por ciento; la Premium, 23, y el diesel, 74.7 por ciento.

cfvmexico_sa@hotmail.com

http://www.jornada.unam.mx/

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  • La deuda bancaria de hogares creció desde 2000 y equivale a 14.3% del PIB: análisis
  • Este sexenio el poder de compra cayó 25% y subieron los precios de productos básicos
  • 35% de los ingresos familiares están comprometidos al pago de financiamientos adquiridos

Emir Olivares Alonso

Periódico La Jornada
Lunes 12 de marzo de 2012, p. 17
Durante la administración de Felipe Calderón el poder adquisitivo de los salarios en el país ha disminuido 25 por ciento, contra el elevado incremento en los precios de productos básicos, lo que contrasta con los niveles relativamente bajo control de la inflación, señalaron académicos del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Alejandro López y Genoveva Roldán, del Grupo de Análisis de la Coyuntura Económica Mexicana de la universidad, subrayaron que en estos seis años el precio del kilo de tortilla creció 70.5 por ciento; del huevo, 68; arroz, 47.7; frijol bayo, 127.3, y el litro de aceite, 83 por ciento, por lo que con un salario mínimo nominal (equivalente a casi 60 pesos) sólo pueden comprarse cinco kilos de tortilla o menos de tres de huevo, poco más de tres de arroz, alrededor de tres de frijol o más de dos litros de aceite.

“En contraste, con el monto que erogaban los trabajadores del país en 2006 –47.05 pesos– era posible comprar siete kilogramos de tortilla, 3.2 de huevo, cuatro de arroz, 5.3 de frijol o 3.7 litros de aceite”, destacan.

Ambos investigadores exponen en el reporte La inflación en México al cierre de 2011 que, en los últimos seis años, la pérdida mayor de 25 por ciento en el poder de compra de los mexicanos contrasta con el nivel de inflación anual en el país registrado en el mismo periodo, de 4.4 por ciento en promedio.

Aunado a ello, López señaló que el endeudamiento de los hogares en México con el sector bancario se ha incrementado, de 2000 a la fecha, por encima del nivel de su ingreso y equivale –a diciembre de 2011– a 14.3 por ciento del producto interno bruto (PIB).

De continuar la tendencia, advirtió, podría repercutir en escala macroeconómica y en la estabilidad financiera, e incluso desplomar los ingresos ante una variación abrupta de las tasas de interés.

Lo anterior se desprende del análisis El endeudamiento de los hogares en México, que forma parte de los reportes presentados en el boletín mensual Momento Económico del Instituto de Investigaciones Económicas, donde el académico sostuvo que este año las familias ya tienen comprometido 35 por ciento de sus ingresos con pagos por los financiamientos adquiridos.

Refirió que según datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2010, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 18 por ciento del gasto familiar se destina a las denominadas erogaciones monetarias, que incluyen pagos de hipotecas, depósitos en tandas, cajas de ahorro, préstamos a terceros, pagos por tarjetas de crédito o departamentales.

A finales de 2011 los préstamos al consumo representaban 23 por ciento del total del crédito bancario, contra 7.7 por ciento en l994.

El académico indicó que con el programa denominado El buen fin, que se lanzó en noviembre del año pasado, las ventas en los establecimientos comerciales se elevaron 35 por ciento, sólo en la ciudad de México, pero 70 por ciento de las operaciones se realizaron con tarjetas de crédito, lo que agudizó la deuda de los hogares.

A principios de 2012, agregó, los efectos adversos de ese programa comenzaron a resentirse, pues no se crearon los empleos prometidos, disminuyeron las ventas en los mercados populares y sólo se benefició a los grandes monopolios departamentales.
kikka-roja.blogspot.com/

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